Un entonces,
ataviado de
veredas aquellas,
en el transcurrir
de las orquideas
negras,
y la selva,
de extrañezas,
un haber sobre
entreguerras,
ya, ya lejas
que, a veces,
se presentan
en presencias,
muy a de veras,
lejanas lo fueran
las triunfantes preseas
cuando el dia continuaba
y no habia paz, ni noblezas,
cuando de todas aquellas
las consideraciones
no lo eran,
sin poder, sin nada
deteniendose el otoño
en esas hojas secas,
que no dejaban de serlas,
la miel de la fantasia
arrinconada entre nieblas,
la felicidad contigua
fria, y tan ferrea
la realidad que no se
refleja,
sin espejos, ni lagos
que sirvieran
asi fue pasando el dia,
las noches, y tinieblas,
enmarcadas en un no se donde
y presumiendose a muchas eras,
y ahora que, de repente
la suerte llega,
intempestiva, estupida
alevosa,
ahora los fragmentos de espejo apenas, apenas
pueden formar un reflejo,
un cabello,
una voz diciendo
que ello sea,
un alguien que anduvo
como barco en la niebla
como en olvido,
como en peores pertinencias,
ahora despejado, apenas
despues de tantos siglos
no hay que agradecer nada,
y a nadie tampoco agradecerlas,
orquideas, orquideas negras
de tantos pasos
entre lodos,
y tinieblas
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